Sobre el fragmento « 20 de enero » – Lejana (Céleste et Marine)

Lejana20 de enero

A veces sé que tiene frío, que sufre, que le pegan. Puedo solamente odiarla tanto, aborrecer las manos que la tiran al suelo y también a ella, a ella todavía más porque le pegan, porque soy yo y le pegan. Ah, no me desespera tanto cuando estoy durmiendo o corto un vestido o son las horas de recibo de mamá y yo sirvo el té a la señora de Regules o al chico de los Rivas. Entonces me importa menos, es un poco cosa personal, yo conmigo; la siento más dueña de su infortunio, lejos y sola pero dueña. Que sufra, que se hiele; yo aguanto desde aquí, y creo que entonces la ayudo un poco. Como hacer vendas para un soldado que todavía no ha sido herido y sentir eso de grato, que se le está aliviando desde antes, previsoramente.

Que sufra. Le doy un beso a la señora de Regules, el té al chico de los Rivas, y me reservo para resistir por dentro. Me digo: «Ahora estoy cruzando un puente helado, ahora la nieve me entra por los zapatos rotos». No es que sienta nada. Sé solamente que es así, que en algún lado cruzo un puente en el instante mismo (pero no sé si es el instante mismo) en que el chico de los Rivas me acepta el té y pone su mejor cara de tarado. Y aguanto bien porque estoy sola entre esas gentes sin sentido, y no me desespera tanto. Nora se quedó anoche como tonta, dijo: «¿Pero qué te pasa?». Le pasaba a aquella, a mí tan lejos. Algo horrible debió pasarle, le pegaban o se sentía enferma y justamente cuando Nora iba a cantar a Fauré y yo en el piano, mirándolo tan feliz a Luis María acodado en la cola que le hacía como un marco, él mirándome contento con cara de perrito, esperando oír los arpegios, los dos tan cerca y tan queriéndonos. Así es peor, cuando conozco algo nuevo sobre ella y justo estoy bailando con Luis María, besándolo o solamente cerca de Luis María. Porque a mí, a la lejana, no la quieren. Es la parte que no quieren y cómo no me va a desgarrar por dentro sentir que me pegan o la nieve me entra por los zapatos cuando Luis María baila conmigo y su mano en la cintura me va subiendo como un calor a mediodía, un sabor a naranjas fuertes o tacuaras chicoteadas, y a ella le pegan y es imposible resistir y entonces tengo que decirle a Luis María que no estoy bien, que es la humedad, humedad entre esa nieve que no siento, que no siento y me está entrando por los zapatos.


Problemática: ¿Cómo la simetría produce la duda y la confusión en la mente del lector?

  • Espacio y tiempo

Este fragmento se ubica en el principio de la novela. La fecha está indicada en el título: « 20 de enero », eso permite dar un marco realista al relato. El hecho de que está escrito como un diario íntimo da aún más la impresión de verosimilitud al cuento. El protagonista está fuera, ya que siente la nieve en sus zapatos. Se trata de un puente que cruza. « Fauré » se remite a un cantador real, pues da otra vez una visión realista en el cuento de Lejana. Es el momento en que toman el té. « Anoche »: hace muy frio. Tenemos dos lugares al mismo tiempo. Hay una simetría omnipresente a lo largo del fragmento. El lector se pregunta si la acción pasa en la realidad o en la ficción. El lector se pregunta si el protagonista esta drogado o ebrio cuando cuenta su historia. Pasa de día en día, soltando pasajes sin sentido, sin casi ninguna relación entre ellos. El cambio de personalidad es una manera de hacer vacilar el lector y le permite ponerse más fácilmente en el protagonista para imaginar lo que pasa.

  • Lo fantástico mediante un análisis narrativo

Está contado en la primera persona del singular, como si el protagonista formara parte del relato. Las repeticiones provocan un efecto de recurrencia. El protagonista plantea el decorado. “(pero no sé si es el instante mismo)”: hay una duda, no sabe dónde ni cuándo esta. Produce un total sentimiento de confusión en el lector, no afirma primero y luego duda. Hay un desdoblamiento de la personalidad que se ubica en dos lugares en el mismo tiempo: “cruzo el puente (…) acepta el té (…)”. El verbo “deber” evoca la vacilación del narrador “algo terrible debió pasarle”. Como está contado en la primera persona, el lector ve al relato con los ojos del narrador, y como el narrador duda, el lector vacila mucho, y no entiende todo. Lo que es una característica de lo fantástico.

El hecho de que el autor utiliza un marco realista permite interrumpirle con un hecho sobrenatural, de este modo una ruptura de causa a efecto es posible, y hay una entrada en lo fantástico.


 

Vocabulario:

  • Aborrecer: odiar algo
  • Tacuaras: vegetacion
  • Helerse: tener mucho frio

Sobre los últimos párrafos de « Casa Tomada » (Laura, Christian, Fanny)

« Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.

Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en voz más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)

Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.

No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.

-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.

-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? – le pregunté inútilmente.

-No, nada.

Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.

Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada. »

Vocabulario

  • Ademán: Movimiento o actitud del cuerpo o de alguna parte suya, con que se manifiesta un afecto del ánimo.

  • Álbum filatélico: Libro en el que se coleccionan sellos de correo.

  • Alcantarilla: Acueducto subterráneo fabricado para recoger las aguas llovedizas o residuales y darles paso.

  • Armario: Mueble con puertas para guardar ropas y otros objetos.

  • Brusco/a: Áspero, rápido, repentino.

  • Cancel: Puerta, verja o cancela que separa el vestíbulo o el patio del zaguán. Ejemplo de puerta cancel en la imágen del lado.

  • Canción de cuna: Cantar con que se procura hacer dormir a los niños, generalmente al mecerlos en la cuna.

  • Crujido: Ruido generado por el movimiento o el roce entre objetos.

  • Desvelarse: Dicho de una persona: Poner gran cuidado y atención en lo que tiene a su cargo o desea hacer o conseguir.

  • Hebra: Porción de hilo, estambre, seda u otra materia hilada, que para coser algo suele meterse por el ojo de una aguja.

  • Loza: Barro fino, cocido y barnizado, de que están hechos platos, tazas, etc.

  • Muto: Dicho de una cosa: Que recíprocamente se hace entre dos o más personas, animales o cosas.

  • Ovillos: Bola que se forma enrollando hilo de lino, algodón, seda, lana, etc.

  • Reloj pulsera: Reloj que se lleva en la muñeca formando parte de una pulsera.

  • Tejer: Entrelazar hilos con el fin de formar telas o cosas semejantes.

  • Velador: Mesita de un solo pie, redonda por lo común.

  • Zaguán: Espacio cubierto situado dentro de una casa, que sirve de entrada a ella y está inmediato a la puerta de la calle.

Imágenes (Lugares y/o momentos en el texto)

Ilustración 1 – Casa Tomada: Diseño de Juan Fresán, 1969.

(…) Apreté del brazo a Irene y la hice correr conmigo hacia la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuertes pero siempre sordos, a espaldas nuestras (…)

Efecto Fantástico en el fragmento

En este fragmento de Casa Tomada el autor Julio Cortázar utiliza una serie de elementos que van de la mano para formar el efecto característico en su escritura, lo fantástico. Para Cortázar “lo fantástico es el derecho al juego, a la imaginación, a la fantasía, el derecho y a la magia”. Generalmente, el autor parte de un marco realista, una descripción de objetos, lugares, personajes que forman “lo conocido”, pero en este caso vemos como ya no quedan muchos elementos que formen dicho marco, puesto que nos encontramos en un momento avanzado de la diégesis (final). Por esta razón es posible encontrar elementos como: trastornos en el tiempo de la narración; y el miedo o locura, que forman el sentimiento de inquietante extrañeza, que nos conducen por el mundo de fantasía y magia al que Cortázar se refiere.

Como primera instancia nos encontramos con una descripción exagerada de un sonido y lo que desencadena tal sonido: “(…) oí un ruido; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido (…) nos quedamos escuchando los ruidos (…) los ruidos se oían más fuertes pero siempre sordos, a espaldas nuestras (…)”. Aquí podemos ver como el relato toma casi la mitad del fragmento en describir este sonido, dándole una importancia desmesurada y haciendo que la narración se dilate, lo cual va contra las leyes del realismo. Por otra parte, vemos que el miedo conduce a los personajes a la inquietante extrañeza; a una clase de temor por lo que siempre había sido familiar para ellos (todos los espacios en la casa). En este momento de la diégesis vemos la ausencia del realismo y de la lógica por parte de los personajes; ninguno de los dos piensa, no hay ninguna explicación que les permita entender el origen de los sonidos y es así que terminan huyendo de su casa. El miedo que resienten los dos protagonistas participa en transmitir esa sensación al lector. Tenemos la impresión de encontrarnos en la casa de los dos hermanos, en su lado, oyendo al sonido extraño, sin origen.

Las dos últimas frases del cuento, “Antes de alejarnos […] con la casa tomada.” ponen de relieve, la locura de los dos hermanos, con el elemento humorístico de cerrar la puerta para salvar a los ladrones. Pero transforma también esa locura en algo verosímil, realista para el lector.

Casa tomada

Laura Calliot, Cristhian Carreño y Fanny Jay.

Sobre un fragmento de « Ómnibus » (Charlyn y Eleonore)

Biografía de Julio Cortázar

Homenaje a Julio Cortázar

Texto estudiado: fragmento inicial de « Omnibus ».

—Si le viene bien, tráigame El Hogar cuando vuelva —pidió la señora Roberta, reclinándose en el sillón para la siesta. Clara ordenaba las medicinas en la mesita de ruedas, recorría la habitación con una mirada precisa. No faltaba nada, la niña Matilde se quedaría cuidando a la señora Roberta, la mucama estaba al corriente de lo necesario. Ahora podía salir, con toda la tarde del sábado para ella sola, su amiga Ana esperándola para charlar, el té dulcísimo a las cinco y media, la radio y los chocolates.
A las dos, cuando la ola de los empleados termina de romper en los umbrales de tanta casa, Villa del Parque se pone desierta y luminosa. Por Tinogasta y Zamudio bajó Clara taconeando distintamente, saboreando un sol de noviembre roto por islas de sombra que le tiraban a su paso los árboles de Agronomía. En la esquina de Avenida San Martín y Nogoyá, mientras esperaba el ómnibus 168, oyó una batalla de gorriones sobre su cabeza, y la torre florentina de San Juan María Vianney le pareció más roja contra el cielo sin nubes, alto hasta dar vértigo. Pasó don Luis, el relojero, y la saludó apreciativo, como si alabara su figura prolija, los zapatos que la hacían más esbelta, su cuellito blanco sobre la blusa crema. Por la calle vacía vino remolonamente el 168, soltando su seco bufido insatisfecho al abrirse la puerta para Clara, sola pasajera en la esquina callada de la tarde.
Buscando las monedas en el bolso lleno de cosas, se demoró en pagar el boleto. El guarda esperaba con cara de pocos amigos, retacón y compadre sobre sus piernas combadas, canchero para aguantar los virajes y las frenadas. Dos veces le dijo Clara: « De quince », sin que el tipo le sacara los ojos de encima, como extrañado de algo. Después le dio el boleto rosado, y Clara se acordó de un verso de infancia, algo como: « Marca, marca, boletero, un boleto azul orosa; canta, canta alguna cosa, mientras cuentas el dinero. » Sonriendo para ella buscó asiento hacia el fondo, halló vacío el que correspondía a Puerta de Emergencia, y se instaló con el menudo placer de propietario que siempre da el lado de la ventanilla. Entonces vio que el guarda la segía mirando. Y en la esquina del puente de Avenida San Martín, antes de virar, el conductor se dio vuelta y también la miró, con trabajo por la distancia pero buscando hasta distinguirla muy hundida en su asiento. Era un rubio huesudo con cara de hambre, que cambió unas palabras con el guarda, los dos miraron a Clara, se miraron entre ellos, el ómnibus dio un salto y se metió por Chorroarín a toda carrera.
« Par de estúpidos », pensó Clara entre halagada y nerviosa. Ocupada en guardar su boleto en el monedero, observó de reojo a la señora del gran ramo de claveles que viajaba en el asiento de adelante. Entonces la señora la miró a ella, por sobre el ramo se dio vuelta y la miró dulcemente como una vaca sobre un cerco, y Clara sacó un espejito y estuvo en seguida absorta en el estudio de sus labios y sus cejas. Sentía ya en la nuca una impresión desagradable; la sospecha de otra impertinencia la hizo darse vuelta con rapidez, enojada de veras. A dos centímetros de su cara estaban los ojos de un viejo de cuello duro, con un ramo de margaritas componiendo un olor casi nauseabundo. En el fondo del ómnibus, instalados en el largo asiento verde, todos los pasajeros miraron hacia Clara, parecían criticar alguna cosa en Clara que sostuvo sus miradas con un esfuerzo creciente, sintiendo que cada vez era más difícil, no por la coincidencia de los ojos en ella ni por los ramos que llevaban los pasajeros; más bien porque había esperado un desenlace amable, una razón de risa como tener un tizne en la nariz (pero no lo tenía); y sobre su comienzo de risa se posaban helándola esas miradas atentas y continuas, como si los ramos la estuvieran mirando.

Vocabulario

  • Ómnibus:  vehículo de transporte colectivo para trasladar personas, generalmente dentro de las poblaciones. Otras palabras para los « autobuses » en Argentina: colectivo (en la ciudad), « bondi » (coloquial), microbus (la « micro », en trayectos interurbanos). Existen múltiples variantes locales para designar estos vehículos y su función.
  • El Hogar: fue una revista argentina, fundada en 1904 por Alberto M. Haynes y editada por la Editorial Haynes. Fue por mucho tiempo la revista de mayor venta y el público reconocía en ella a la publicación más identificada con un incipiente estilo de vida nacional. Vastos sectores de la sociedad argentina se identificaban con ella y era el espejo de los principales acontecimientos sociales y políticos. Interesaba tanto a las mujeres como a los hombres, a los jóvenes como a los adultos, a la gente del Interior del país como a la de la Ciudad de Buenos Aires.
  • Mucama: persona empleada en el servicio doméstico.
  • Vértigo: trastorno del sentido del equilibrio caracterizado por una sensación de movimiento rotatorio del cuerpo o de los objetos que lo rodean.
  • Prolijo (a): cuidadoso o esmerado.
  • Bufido: voz del animal que bufa.
  • Canchero (a): ducho y experto en determinada actividad (palabra de lunfardo).
  • Combado: torcido, encorvado.
  • Virar: mudar de dirección en la marcha de un automóvil u otro vehículo semejante.

El Efecto Fantástico en el cuento Ómnibus

Julio Cortázar, escritor, traductor e intelectual de nacionalidad argentina y francesa, alude al mundo interior de cada individuo para que se plantee por sí mismo una noción de lo fantástico de acuerdo a su forma de ver el mundo. Es así como Cortázar expresa lo que para él es “el sentimiento de lo fantástico”, que se presenta cuando “de golpe nuestra inteligencia y nuestra sensibilidad tienen la impresión de que las leyes, a que obedecemos habitualmente, no se cumplen del todo o se están cumpliendo de una manera parcial, o están dando su lugar a una excepción.” Añade que este sentimiento está presente en casi todos sus cuentos y que constituye una especie de “extrañamiento” que para él  “consiste sobre todo en el hecho de que las pautas de la lógica, de la causalidad del tiempo, del espacio, todo lo que nuestra inteligencia acepta desde Aristóteles como inamovible, seguro y tranquilizado se ve bruscamente sacudido”.(fuente: http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/opin/cortaz5.htm)

A continuación nos proponemos analizar los elementos que en la primer parte del relato « Ómnibus » nos permiten dar cuenta de la construcción de este sentimiento de lo fantástico que caracteriza el estilo de Julio Cortázar. En primer lugar,el autor establece de entrada un marco realista, en el que todo aparentemente es muy normal  y nos ubica a través de los detalles en lugares específicos por medio de los nombres exactos de algunas calles de Buenos Aires y la descripción de situaciones habituales en esos lugares, lo cual puede resultar algo muy cercano a la realidad del lector, causándole cierta comodidad y familiaridad.  Sin embargo a medida que nos adentramos en el relato, el lector toma  la perspectiva subjetiva de su personaje principal: Clara. Este enfoque genera una sensación de extrañeza en relación a cómo vemos el entorno y los otros dentro del relato, y esto hace que el lector se identifique con las sensaciones vividas por el personaje de Clara, ya que sabemos lo que ella piensa y siente pero desconocemos lo que pasa en el interior de los demás personajes, tal como nos ocurre en nuestra propia vida cotidiana. Es así como aparece el sentimiento de extrañeza considerado por Cortázar.

También vemos cómo el autor plasma los elementos subjetivos que crean un sentimiento de misterio de manera paulatina. Se introducen poco a poco los elementos que dan cuenta de esa ruptura de lo normal y establecido, por ejemplo, la descripción de la torre de San Juan Maria Vianney según la perspectiva de Clara, el trato dado por el guarda del bus, las miradas inesperadas e inexplicables del conductor y el guarda, el letrero de “puerta de emergencia” que el autor pone en cursiva. De esta forma se van sumando en la historia pequeños detalles de lo que en conjunto vendría a llamarse “el misterio”, la ruptura en el orden desconocido. Mediante esta irrupción se capta fuertemente la atención del lector, debido a nuestra ineludible naturaleza: la búsqueda de explicaciones a lo que no conocemos. A partir de allí, se presta una atención exagerada a los detalles, pues el lector espera que en alguno de ellos se encuentre la pista que lo llevará a resolver el misterio.

Vemos entonces que la desmesurada importancia que le da Cortázar a ciertos elementos dentro de un ambiente familiar y real, tienen el fin de introducir el elemento fantástico en sus escritos, causando en el lector el avivamiento de su curiosidad, pues se encuentra ante el sentimiento de que algo insólito va a ocurrir y se halla a la espera de un desenlace que concluya y de explicación a ese misterio planteado a lo largo de la narración.

Charlyn Ortiz y Eléonore Duaner.